27.11.05

En La caza del carnero salvaje (Murakami) aparece una historia cuyo primer nivel de abstracción diríase de un mal manga: la historia trata de la búsqueda de algo sobrenatural por un personaje normal hasta que entran en juego los superpoderes del bien y del mal y al final todo explota. Sin embargo ¿qué es el carnero? ¿Qué papel tiene la chica sin nombre del primer capítulo en la historia? ¿Por qué el resto de los personajes, salvo uno, tampoco tienen nombre? ¿Qué papel tienen los poderes de las orejas de su amiga en la historia, o por qué sólo sus orejas son maravillosas?
Al igual que el agujero en el donut, lo que importa es lo que falta: faltan los nombres de los personajes, faltan las pistas de cierta investigación, falta el final de alguna historias, falta el carnero, el símbolo del carnero dibujado sobre el carnero, faltan personajes pero aparecen después de muertos, más tranquilos, falta el reflejo de alguien en un espejo, falta la mediocridad de la que hace gala el personaje.
De “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo”:

"¿Por qué me gustan las medusas? No lo sé. Las encuentro bonitas. Antes, mientras las miraba, he pensado una cosa. Escucha, lo que nosotros vemos es sólo una pequeña parte del mundo. Damos por hecho que esto es el mundo, pero no es del todo cierto. El verdadero mundo está en un lugar más oscuro, más profundo, y en su mayor parte lo ocupan criaturas como las medusas. Eso nosotros lo olvidamos. ¿No te parece? Dos terceras partes del planeta son océanos y lo que nosotros podemos ver con nuestros ojos no pasa de ser la superficie del mar, la piel. De lo que verdaderamente hay debajo no sabemos nada."

18.11.05



Banana Yoshimoto (Kitchen):
"Creo que la cocina es el lugar del mundo que más me gusta. En la cocina, no importa de quién ni cómo sea, o en cualquier sitio donde se haga comida, no sufro. Si es posible, prefiero que sea funcional y que esté muy usada. Con los trapos secos y limpios, y los azulejos blancos y brillantes.
Incluso las cocinas sucísimas me encantan.
Aunque haya restos de verduras esparcidos por el suelo y esté tan sucio que la suela de las zapatillas quede ennegrecida, si la cocina es muy grande, me gusta. Si allí se yergue una nevera enorme, llena de comida como para pasar un invierno, me gusta apoyarme en su puerta plateada. Cuando levanto los ojos de la cocina de gas grasienta y del cuchillo oxidado, en la ventana brillan estrellas solitarias.
Sólo estamos la cocina y yo. Pero creo que es mejor que pensar que es este mundo estoy yo sola.
Cuando estoy agotada suelo quedarme absorta. Cuando llegue el momento, quiero morir en la cocina. Sola en un lugar frío, o junto a alguien en un lugar cálido, me gustaría ver claramente mi muerte sin sentir miedo. Creo que me gustaría que fuese en la cocina."

Algunos enlaces sobre ella: de pjorge, artículo de la wikipedia, bananamania, capitán quasar, (...Leer a Banana Yoshimoto es como leer la transparencia del agua y contar las piedritas del fondo del arroyo") sitio oficial, entrevista a oe.

Del padre, Takaaki Yoshimoto, no hay mucho por internet en castellano. Encontré una traducción de un poema. (Traducción traidora, como todas):

(...)Tú, que piensas que no hay razón cierta en ningún lado y
yo, que creo que no hay ninguna angustia que valga la pena en ningún lado.
De cualquier modo, tenemos que empezar a andar,
reuniendo las rebeldías de cada uno, afuera
del hambre oscura (...)

Finalmente, un dibujo de la hermana, Haruno:


5.11.05



Algunos libros duermen congelados desde la adolescencia, etapa en la que las palabras asimiladas forman un manto fértil sobre el que crecen la imaginación y el juicio, y ahí permanecen hasta que la “inevitable casualidad” hace que vuelvan a tu encuentro. La vida es larga.

Sucedió con Kafka, que me capturó de nuevo en un estante sorprendente de una casa rural. La casa, regentada por una pareja de alemanes, disponía de un ejemplar de una biografía fotográfica, donde podía verse, aparte de los esbeltos dibujos que el autor realizaba por doquier, alguna de las cartas escritas a Felice Bauer. El azar quiso que mi libro de viaje fuese “El último lector”, uno de cuyos capítulos se centra en Felice como lectora-amante. “Cartas a Felice” es una colección epistolar unívoca (Kafka no conservó la correspondencia) durante unos 5 años casi diaria.

Aparte de autores alemanes, la estantería abundaba en obras de Banana Yoshimoto, Henning Mankell, Haruki Murakami, por supuesto Javier Marías. “Leben, um davon zu erzählen”.