26.12.05



La Hiperrealidad es, según la Wikipedia,

"significativa como un paradigma que explica la condición cultural estadounidense. El consumismo, por su dependencia del valor de signo, es el factor contribuyente para la creación de la hiperrealidad. Ésta engaña a la conciencia hacia el desprendimiento de cualquier compromiso emocional verdadero, optando en cambio por la simulación artificial, e interminables reproducciones de apariencia fundamentalmente vacía. Esencialmente, la satisfacción y la felicidad se encuentran a través de la simulación e imitación de lo real, más que a través de la realidad misma."

Lo que me recuerda al imprescindible Sánchez Ferlosio (Non Olet):


"Ya se ha aludido más arriba a la tan grandilocuente como sospechosa apología del trabajo, al género literario "Oda al trabajo", indecente tachunda que, especialmente a partir de la llamada "Revolución industrial" del siglo XIX, han acabado por entonar a voz en cuello y a tres voces, pero sinérgicamente concertadas, liberales, marxistas y cristianos. A las que, dicho sea de paso, no podía dejar de sumarse el sumo pedagogo de la infancia y máximo corruptor de menores, por boca de sus repugnantes, subhumanos y obscenos enanitos, cantada con la sana y auténtica alegría del trabajador honrado y diligente, con sus picos y palas al hombro, camino de la mina, que, para mayor ejemplaridad, premio y escarnio, no era, ciertamente de carbón, sino de piedras preciosas, en aquella tan celebrada superproducción de dibujos animados "Blancanieves y los siete enanitos". Esta versión disneyana, expresamente dirigida a los niños, no hace sino completar y confirmar la naturaleza de las apologías del trabajo como expresión e instrumento pedagógico e ideológico, común a las tres doctrinas, para glorificar, bañándolo en la almibarada moralina, el carácter opresor y represor del principio de Producción que denuncia Baudrillard."

Y Baudrillard (La ilusión y desilusión estéticas) clarifica el significado de adorar una imagen:

" El arte se ha vuelto iconoclasta, pero esta postura iconoclasta moderna ya no consiste en destruir las imágenes, como la de la historia; más bien consiste en fabricar imágenes, hasta en fabricar una profusión de imágenes en las que no hay nada que ver. Son literalmente imágenes que no dejan rastros, no tienen consecuencias estéticas, propiamente hablando, pero detrás de cada una de ellas algo ha desaparecido. Este es el secreto, si es que hay uno, de su simulación. Entonces son simulación: no sólo ha desaparecido el mundo real, tampoco puede plantearse siquiera la pregunta por su existencia. Si se piensa detenidamente, uno repara en que este ya era el problema de la postura iconoclasta en Bizancio. Los iconólatras (los que adoraban las imágenes) eran gente muy sutil que pretendía representar a Dios para mayor gloria suya, pero que en realidad, al simular a Dios en las imágenes, disimulaban con ello el problema de su existencia. Cada imagen era un pretexto para no plantear el problema de la existencia de Dios. Detrás de cada imagen, de hecho, Dios había desaparecido, es decir, el problema de su existencia ya no se planteaba. Este problema queda resuelto por la simulación. Pero podría pensarse que esta también es la estrategia de Dios mismo, la de desaparecer, y desaparecer justamente detrás de las imágenes. Dios aprovecha las imágenes para desaparecer, obedeciendo también a la pulsión de no dejar rastros, y así queda realizada la profecía: vivimos en un mundo de simulación, en un mundo en el que la más alta función del signo es hacer que desaparezca la realidad y a la vez esconder esta desaparición. Eso es lo único que hace hoy el arte y lo único que hacen los medios de comunicación: por ello están condenados a un mismo destino."

Feliz Navidad.

20.12.05


"Arte e ilusión. Estudio sobre la psicología de la representación pictórica" (Ernst Gombrich), es, pese al título, un libro de lo más ameno. Se trata de un viaje por la percepción en el arte: explica con ejemplos las distintas visiones que se dan en una pintura desde el punto de vista histórico o el cultural, porqué nos sentimos incómodos ante un cuadro de hace dos siglos o uno chino si no somos chinos.
Aquí pueden verse algunas ilustraciones. Obsérvese "Vacas en Derwentwater", la visión través de los ojos orientales, como ejemplo.
Un poquito de Sábato, al que hay que leer más, de "Uno y el Universo":
" La noticia de que los físicos habían descubierto un misterioso principio de indeterminación fue recibida alegremente por ciertas escuelas teológicas y filosóficas, creyéndose que la propia ciencia proclamaba su bancarrota y que el libre-albedrismo tomaba nueva fuerza. Ignoro por qué razón el hecho de que el hombre pueda tener libre albedrío y ser responsable de todas las tonterías que comete constituye un motivo de satisfacción para muchos filósofos. Pero dejando de lado esta cuestión, creo que la alegría es precipitada, ya que ni los propios hombres de ciencia han logrado ponerse de acuerdo, todavía, sobre el contenido y el nombre del principio: los que proponen denominarlo Principio de Indeterminación creen que es la exteriorización de una indeterminación esencial de la Naturaleza; los otros opinan que debe interpretarse como una fórmula taxativa, quizá como una medida de impotencia humana o actual de alcanzar el mundo físico, y por eso proponen que se denomine Principio de Incerteza. Los malentendidos a que ha dado origen se deben a que deriva de la hipótesis cuántica, que tiene la desgracia de ser oscura cuando es rigurosa y de ser totalmente falsa cuando todo el mundo la comprende. "