Como en "La foto salió movida" en Ciudad Real el Quijote se ha desplazado de golpe, inventando un puzzle cuyas piezas encajan en dos soluciones, quizá más (así el problema clásico de Pierre Menard). Don Quijote es múltiple, uno dice llamarse Rafael Álvarez, otro, Tadayoshi Sakakibara, habla japonés. Los subtítulos son una maniobra genial del Aparato de Cultura para aumentar el porcentaje de individuos que han leído en vacaciones. Las ventas se han convertido en castillos, sus puertas no son de granito, sino de caliza y piedra volcánica. Los caballeros pertenecen a la orden de Qal'at Rabat. Al cura le ha dado por coleccionar bichos con gran esmero, aburrido de tanta teosofía. No hay molinos, sino gigantes volcanes por doquier. Fósiles y cinabrio, bombas de lava y árboles petrificados, ya apuntaba interés científico Don Quijote cuando bajó a la Cueva de Montesinos.
Kafka: "Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de don Quijote, que éste se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras; las cuales, empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiera debido ser Sancho Panza, no dañaron a nadie. Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de cierto sentido de la responsabilidad, a don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin."
Kafka: "Sancho Panza, que por lo demás nunca se jactó de ello, logró, con el correr de los años, mediante la composición de una cantidad de novelas de caballería y de bandoleros, en horas del atardecer y de la noche, apartar a tal punto de sí a su demonio, al que luego dio el nombre de don Quijote, que éste se lanzó irrefrenablemente a las más locas aventuras; las cuales, empero, por falta de un objeto predeterminado, y que precisamente hubiera debido ser Sancho Panza, no dañaron a nadie. Sancho Panza, hombre libre, siguió impasible, quizás en razón de cierto sentido de la responsabilidad, a don Quijote en sus andanzas, alcanzando con ello un grande y útil esparcimiento hasta su fin."