“Yo estoy vivo y vosotros estais muertos”, de Carrere, es un filtro prescindible pero acertado para el acercamiento a K. Dick. El capítulo de “El hombre en el castillo” acompañado del libro y del I Ching resume la gran metáfora de su obra: PKD construye un universo de no-ciencia no-ficción donde la ciencia nunca funciona y sus historias son tan reales como su vida, fuese ésta lo que fuese, aún presente por culpa de un androide infame. (“La realidad es aquello que, cuando uno deja de creer en ello, no desaparece.”)
Lacan, el psiquiatra que se quedó sin voz, se pregunta qué es ser normal, y lo que sospecho más terrible, quién nos clasifica como normales o desviados. En “Los clanes de la luna alfana” PKD convierte en norma la enfermedad mental con una historia divertida e inquietante en la que los personajes son lo mejor del relato. Lord Running Clam incluído.
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